Ante el preocupante riesgo de que desaparezca un millón de especies de plantas y animales según reportes oficiales de la Organización para las Naciones Unidas (O.N.U). Una parte importante de estas pérdidas se refieren a la fauna de insectos, la cual representa cerca de 75 por ciento del total de las especies descritas en el mundo. El principal problema de la desaparición de esas especies es el deterioro de su ecosistema y hábitat. Desde hace más de tres décadas, se ha observado un declive de los insectos a nivel mundial y uno de los grupos que más ha recibido atención son los polinizadores, especialmente, las abejas. Es tal la preocupación, que en los últimos diez años varios países de la Unión Europea y Estados Unidos han estudiado el problema, haciendo cálculos de las pérdidas e impulsado fuertes acciones para la conservación de estos insectos.
Las abejas son clave en los procesos de polinización y en la estructuración de las comunidades vegetales en el planeta; son el principal grupo de polinizadores de, cuando menos, 70 por ciento de las plantas con flores en todos los ecosistemas; gracias a ello, las plantas pueden producir frutos y semillas. Por si fuera poco, las abejas son muy importantes en la producción agrícola, ya que gracias a su servicio de polinización se desarrollan frutos, prácticamente, sin costos para los agricultores. Más de 90 cultivos en todo el mundo se benefician de las visitas por abejas silvestres.
A nivel maro muchos programas de conservación de abejas en el mundo se han orientado y centrado básicamente en proteger a la abeja mielera, Apis mellifera Linnaeus. Desde la educación básica y por distintos medios, se nos ha inculcado que las abejas son esos insectos carismáticos de color amarillo y negro, que viven en colonias (panales) y que producen miel. Tal diversidad de abejas nos hace afortunados, pero a su vez, representa una gran responsabilidad. Por lo tanto en fundamental planear y aprovechar la diversidad de polinizadores para conservar el bienestar de los pobladores en el país, en conjunto. Es por ello, que salvaguardar esta biodiversidad es, sin duda, prioritario.
Pero ¿Qué acciones sencillas podemos realizar para proteger las abejas? e incluso incentivar su reproducción.
Apreciar los aspectos silvestres de la naturaleza es quizá el más valioso de los consejos para cuidar de las abejas es cosa de todos y quizá para ello es necesario renunciar a la pulcritud extrema de tu jardín.
Considerar jardines diversos con incorporación de plantas que generen polen es mucho más nutritivo para las abejas, que se alimentan de ese polen.
Plantar especies autóctonas con flores es una buena forma de preservar la flora local y además alimentar a las abejas y otros polinizadores locales, que a menudo se ven amenazadas por otras especies de insectos invasores.
Incluir especies que florezcan en distintos momentos del año, las abejas y otros polinizadores encontrarán alimento durante un periodo más amplio, facilitando su supervivencia.
Pensar en un jardín menos como en un adorno o paisaje que mirar y más como en un ecosistema donde puedan vivir distintas especies. Entre otras cosas, se puede tratar de incorporar una fuente de agua, aunque sea pequeña, y también algunos rincones donde puedan anidar los polinizadores. Si tienes en la cabeza la imagen de una colmena colgando de un árbol, olvídate. Una tinaja de barro, unas cajas de madera o una zona de tierra despejada para que construyan su colmena bajo ella pueden ser igual de acogedoras.
Tomar en cuenta métodos naturales para el control de insectos plagas, ya que a menudo se emplean pesticidas sin control y sin cuidado. Los compuestos fitosanitarios son parte esencial de una agricultura eficaz, pero a la hora de cuidar es importante tener en cuenta el impacto que su uso tendrá no solamente en la especie o plaga a monitorear, sino en todas las demás que conforma su ecosistema. Algunos estudios, incluido un informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, han confirmado que determinados tipos de pesticidas suponen un riesgo para las abejas. A veces solo basta que una se contamine para que viaje de vuelta a su colonia y termine intoxicando a todas las demás.
Se sabe que las grandes amenazas que tienen las abejas a lo largo de su distribución mundial, así como sus causantes de su declive como el uso de plaguicidas (neonicotenoides), pero también la pérdida de hábitat que ofrece refugio y alimento, los ataques por parásitos y el calentamiento global. Salvar a las abejas es un esfuerzo en manos de todos, tanto de los gobiernos nacionales que manejan las políticas agrarias y climáticas que afectan a los hábitats y el bienestar de las abejas como de los organismos municipales y también los particulares que cuidan y diseñan parques y jardines públicos o privados. Incluso las personas que cuidan plantas en sus ventanas y balcones pueden poner su granito de arena para cuidar de las abejas y demás polinizadores que son parte imprescindible de nuestros ecosistemas.